Ese Hermano Difícil
La riqueza de la iglesia es que somos un cuerpo de hermanos (y hermanas) tan diferentes, con personalidades tan diferentes, con trasfondos y experiencias todos diferentes.
El problema principal de la iglesia es que somos un cuerpo de hermanos tan diferentes…
Aprendemos algunas de las lecciones más importantes de la vida cristiana siendo miembros de la iglesia. Porque es ese contexto el que nos desafía a vivir la regla número dos de la vida: amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Marcos 12.33).
Y la tarea no es nada fácil, porque en la iglesia, mi iglesia, hay hermanos difíciles. Y reconozco que para varios, yo soy el hermano difícil. El peligro que siempre existe es pensar: «él está mal; yo estoy bien».
Vamos, entonces, con esta serie de estudios, a reconocer algunas de las posibles variaciones del ‘hermano difícil’ y pensar juntos acerca de pautas bíblicas y prácticas para vivir en armonía y amor.
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